NUEVA DELHI – Entre las muchas cuestiones que enfrentará el gobierno que surja de la próxima elección general en India -que se llevará a cabo del 19 de abril al 1 de junio-, una de las más importantes será qué hacer con la relación desgastada del país con Pakistán, su vecino convulsionado. La respuesta puede ser simple: no demasiado.
Hasta hace poco, reinaba cierta esperanza de que las elecciones en ambos países en el primer semestre de 2024 pudieran crear una oportunidad para un nuevo comienzo. Pero cualquier optimismo sobre el futuro de la relación bilateral rápidamente se disipó después de la controvertida elección de Pakistán en febrero: al no habérsele permitido presentarse al popular ex primer ministro Imran Khan y a su partido Pakistán Tehreek-e-Insaf (Movimiento por la Justicia de Pakistán), la legitimidaddel nuevo gobierno está ampliamente cuestionada.
Es poco probable que un gobierno de coalición débil en Pakistán, respaldado por el ejército, pueda implementar alguna iniciativa diplomática audaz en torno a India, especialmente porque los seguidores de Khan, que se consideran injustamente privados del poder, son pasibles de desafiar cualquier cambio de política significativo. En estas circunstancias, India probablemente se incline por mantener su política de atenta “indiferencia benigna” hacia Pakistán.
NUEVA DELHI – Entre las muchas cuestiones que enfrentará el gobierno que surja de la próxima elección general en India -que se llevará a cabo del 19 de abril al 1 de junio-, una de las más importantes será qué hacer con la relación desgastada del país con Pakistán, su vecino convulsionado. La respuesta puede ser simple: no demasiado.
Hasta hace poco, reinaba cierta esperanza de que las elecciones en ambos países en el primer semestre de 2024 pudieran crear una oportunidad para un nuevo comienzo. Pero cualquier optimismo sobre el futuro de la relación bilateral rápidamente se disipó después de la controvertida elección de Pakistán en febrero: al no habérsele permitido presentarse al popular ex primer ministro Imran Khan y a su partido Pakistán Tehreek-e-Insaf (Movimiento por la Justicia de Pakistán), la legitimidaddel nuevo gobierno está ampliamente cuestionada.
Es poco probable que un gobierno de coalición débil en Pakistán, respaldado por el ejército, pueda implementar alguna iniciativa diplomática audaz en torno a India, especialmente porque los seguidores de Khan, que se consideran injustamente privados del poder, son pasibles de desafiar cualquier cambio de política significativo. En estas circunstancias, India probablemente se incline por mantener su política de atenta “indiferencia benigna” hacia Pakistán.