NUEVA YORK – Presidentes, generales, dictadores y gente de a pie, todos corren grandes riesgos cuando no tienen nada que perder (como en el fútbol americano, cuando el quarterback lanza un «avemaría» [un pase largo hacia la zona de anotación en un intento desesperado de que algún compañero de equipo atrape el balón y anote el tanto]). Pero en la política, en la guerra y en los negocios, las consecuencias de esa estrategia suelen ser más graves que el resultado de un partido. En Medio Oriente, por ejemplo, el hecho de que las partes beligerantes crean que no hay nada que perder ha sido causa de conflicto constante.
Un ejemplo de los incentivos que entran en juego cuando «no hay nada que perder» lo ofrece el concurso anual universitario de jugar a invertir en bolsa que organiza la correduría TD Ameritrade. Cada equipo comienza con una asignación de 500 000 dólares de mentira, y el equipo cuya cartera obtenga la mayor ganancia en el transcurso de un mes se lleva un premio en efectivo. En 2015, estudiantes de la Southeast Missouri State University vencieron a otros 475 concursantes, tras convertir los 500 000 dólares en 1,3 millones. Ya que ninguno de los ganadores entendía de finanzas, ¿cómo lo lograron? Según el capitán del equipo: «No teníamos nada que perder. Daba lo mismo si al final perdíamos los 500 000 dólares. Básicamente decidimos arriesgar lo más posible».
Esta estrategia de ir a todo o nada aprovechó las reglas de un concurso que recompensaba a quien obtuviera la mayor ganancia, sin tener en cuenta las pérdidas. Como los estudiantes estaban a salvo de perder dinero, diseñaron su estrategia en consecuencia. Puede parecer una anécdota banal, pero muchas veces los protagonistas de conflictos reales aplican la misma lógica.
NUEVA YORK – Presidentes, generales, dictadores y gente de a pie, todos corren grandes riesgos cuando no tienen nada que perder (como en el fútbol americano, cuando el quarterback lanza un «avemaría» [un pase largo hacia la zona de anotación en un intento desesperado de que algún compañero de equipo atrape el balón y anote el tanto]). Pero en la política, en la guerra y en los negocios, las consecuencias de esa estrategia suelen ser más graves que el resultado de un partido. En Medio Oriente, por ejemplo, el hecho de que las partes beligerantes crean que no hay nada que perder ha sido causa de conflicto constante.
Un ejemplo de los incentivos que entran en juego cuando «no hay nada que perder» lo ofrece el concurso anual universitario de jugar a invertir en bolsa que organiza la correduría TD Ameritrade. Cada equipo comienza con una asignación de 500 000 dólares de mentira, y el equipo cuya cartera obtenga la mayor ganancia en el transcurso de un mes se lleva un premio en efectivo. En 2015, estudiantes de la Southeast Missouri State University vencieron a otros 475 concursantes, tras convertir los 500 000 dólares en 1,3 millones. Ya que ninguno de los ganadores entendía de finanzas, ¿cómo lo lograron? Según el capitán del equipo: «No teníamos nada que perder. Daba lo mismo si al final perdíamos los 500 000 dólares. Básicamente decidimos arriesgar lo más posible».
Esta estrategia de ir a todo o nada aprovechó las reglas de un concurso que recompensaba a quien obtuviera la mayor ganancia, sin tener en cuenta las pérdidas. Como los estudiantes estaban a salvo de perder dinero, diseñaron su estrategia en consecuencia. Puede parecer una anécdota banal, pero muchas veces los protagonistas de conflictos reales aplican la misma lógica.